domingo, 10 de octubre de 2010

VIVIR DETRÁS DE UN SUPERMERCADO.

Parte trasera de un Supermercado

Enviado por una Lectora: Sara Moreno

VIVIR DETRÁS DE UN SUPERMERCADO.

Tiene sus pro y sus contras… si estoy por hacer una torta y me doy cuenta que faltan huevos, voy al super que está a la vuelta y no tengo que recurrir a la señora de la despensa (generalmente son señoras) que me va a cobrar un ojo de la cara. (click en el titulo para ver todo)



Llego del trabajo y de pasada traigo pan fresco, no necesito comprar varios litros de leche y correr el riesgo que se corten con el calor infernal (que se está viniendo), sino que compro de a poco ya que tengo el supermercado a mano.

Esas son las lindas historias que contamos cuando se trata de vivir cerca de un supermercado, cuando llega mercadería nueva puedo ver primera, cuando hay ofertas no necesito subirme al colectivo y tampoco caminar cuadras y cuadras con miles de bolsas pesadísimas para aprovechar la ida de hacer compras.

Pero como no todo puede ser lindo, vivir detrás de un supermercado es todo un desafío, desde el tránsito hasta la higiene, todo pasa por el interés de la empresa y los horarios que manejan.

Viví mucho tiempo detrás del hoy hipermercado Pueblo en Fernando de la Mora, mi mamá aún vive ahí y pasamos miles de historias. Pero el común denominador que sigue hasta hoy son las incomodidades del día a día que significa vivir en ese lugar.

Los camiones se aglomeran no dejando pasar a nadie, se han vuelto dueños de la calle, estacionan en cualquier lugar y de cualquier forma, imagínense lo mal que maneja la gente en nuestro país en una sola cuadra llena de repartidores cansados de esperar horas y tener que entregar productos.

Los olores terribles que significan las verduras podridas, las leches derramadas, los productos que se rompen, todo junto en un solo lugar y dejando su estela desagradable de olor en toda la cuadra.

La gente pobre que se aglomera en un lugar buscando rescatar alguna fruta o verdura que les pueda servir de comida y que traen a toda su familia dejando basura por todas partes. El buscar implica abrir bolsas y bolsas y dejarlas esparcidas donde sea.

Basureros hay poco y nada así que todas las bolsas, envoltorios, etc. van a parar a cualquier parte de la calle y se las lleva el viento repartiéndola por todo el barrio y acumulando la puerqueza en cualquier lugar.

Y lo infaltable, todas las personas que nombré; choferes, gente pobre, absolutamente todos orinando por árboles, postes, cualquier cosa que haya disponible sumando el olor de las verduras, las frutas podridas, la leche derramada, etc., al orín que reparten sin importar y con quienes ya nos hemos peleado miles y miles de veces sin sentido.

Debo aclarar, inclusive, que el hipermercado Pueblo ha tratado de mantener limpieza y ha sido el que ha manejado mejor esta situación después de Santa Isabel y Stock que fueron los que estuvieron primeros y a quienes no les importaba el barrio en el que estaban. Hasta les llené una vez la muralla con aerosol diciendo; Stock Puercos!, cosa que funcionó algo ya que esa semana (por lo menos) trataron de limpiar la zona.
Falta acción más rigurosa de parte de las autoridades sanitarias para poder llevar un mejor control sobre todo lo nombrado más arriba. El cobro de los impuestos a los supermercados no es lo único importante, sino la salud física y mental del barrio que está siendo afectado.

Vivir detrás de un supermercado es una aventura… historias hay muchas más.

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